La crisis del coronavirus ha disparado las necesidades de liquidez de las empresas españolas, que podrían superar los 230.000 millones de euros entre abril y diciembre, y los programas de avales públicos podrían cubrir cerca de las tres cuartas partes de dicho déficit.
La horquilla que manejan los expertos del Banco de España, según un informe publicado este lunes, va entre 224.000 y 238.000 millones de euros, según los distintos escenarios macroeconómicos planteados, es decir, si la recuperación llega antes o después.
El detalle por trimestres evidencia que el déficit más elevado se generaría entre abril y junio, cuando la economía estuvo prácticamente paralizada, pues sólo en esos tres meses las necesidades de liquidez de las empresas estarían entre 103.000 y 108.000 millones de euros.
Y además, una parte destacada de las necesidades totales de liquidez, en torno a 100.000 millones de euros, serían generadas por compañías con una probabilidad de impago alta o muy alta, advierte el informe, que añade que las empresas podrían cubrir algo menos de la mitad de estas necesidades haciendo un uso completo de sus activos líquidos y líneas de crédito.
Los avales del ICO de hasta 100.000 millones han servido para que empresas obtengan financiación para resolver sus problemas de liquidez, pero el informe calcula que ese programa de garantías puede cubrir hasta tres cuartas partes de las necesidades totales.
Para financiar el resto, las empresas podrían utilizar sus colchones de liquidez o recurrir a nueva deuda sin avalar como han hecho algunas compañías, que han conseguido captar un volumen elevado de fondos sin recurrir a garantías públicas.
Por otra parte, a pesar de la caída sin precedentes de la facturación empresarial, un porcentaje "no desdeñable" de empresas, en torno a un 40%, habrían podido hacer frente a la crisis del coronavirus sin registrar déficit de liquidez ni experimentar un deterioro de su situación patrimonial, destaca el estudio.
No obstante, en el resto de las compañías el retroceso de la actividad habría llevado a elevar significativamente los niveles de vulnerabilidad financiera, haciéndolo con mayor intensidad dentro del segmento de las pymes y, especialmente, entre las empresas de los sectores más afectados por la pandemia, como los de turismo y ocio, vehículos de motor, y transporte y almacenamiento.
Estas mismas empresas serían las que verían su rentabilidad más dañada con la crisis generada por la pandemia, porque aunque caerá de forma generalizada, aproximadamente la mitad de las compañías mantendrán una rentabilidad positiva, augura el informe.
El deterioro de la situación patrimonial de las empresas producirá un incremento del número de empresas con probabilidad alta o muy alta de impago de sus deudas.
Y es que, en casos extremos, los eventuales problemas para financiar las necesidades de liquidez podrían derivar en impagos y en la quiebra de algunas de las compañías afectadas, con las implicaciones negativas que ello tendría para las perspectivas de recuperación económica, tanto por la posible destrucción de una parte del tejido productivo como por la pérdida de empleo.