jueves. 18.04.2024

La Cámara de Comercio daba la bienvenida hace muy pocos días a Ricardo Martínez Rico (Valencia, 1964). Prestigioso economista, entre otros cargos fue secretario de Estado de Presupuestos y dirigió la Oficina Económica y Comercial de España en Washington, antes de fundar en 2006 junto al ex ministro de Hacienda Cristóbal Montoro el gabinete Equipo Económico, que preside desde 2008.

 

Certero observador y taxativo en sus planteamientos, comparte con los lectores de Murcia Diario su percepción de la convulsa realidad económica que atraviesa el planeta y no oculta su preocupación acerca de las decisiones económicas que está tomando el Ejecutivo de Pedro Sánchez.

 

En general, ¿qué reflexión le merece la situación económica actual en estos tiempos de continuos vaivenes?

El año había empezado bien. Tras un buen desempeño de 2021, estábamos proyectando un buen crecimiento para este año, pero las distorsiones de la inflación y el desequilibrio fiscal, unido a las situaciones como la invasión de Ucrania, hacen que las previsiones que teníamos ya no valgan y haya que volverlo a prever todo.

 

Un frenazo justo cuando empezábamos a coger velocidad.

Si. La economía llevaba una buena inercia, con un consumo fuerte, con una buena creación de empleo, pero el alza de los precios energéticos, su impacto en el consumo y la guerra, nos va a hacer crecer menos de lo que esperábamos.

 

¿Cree usted que este bache acrecentado por la invasión de Ucrania durará mucho o será un ‘accidente coyuntural’ que superaremos rápido?

Muchos expertos preveían un final corto, pero lo más probable es que dure más de lo que pensamos. Llegar de nuevo a una situación normal va a llevar tiempo, aunque a nosotros no nos llegue directamente el impacto de la dependencia económica o energética. España no tiene una gran dependencia energética de Rusia, pero lo que hemos aprendido todos es que la dependencia indirecta es muy importante, y todo eso se traslada al final a los componentes inflacionistas y se va distribuyendo por toda la economía.

 

¿Y qué opina del parón de los transportistas?

Lo anormal es que esté tardado tanto en resolverse. En Europa ha habido países que han reaccionado desde el principio bajando impuestos indirectos, y en otros casos con ayudas directas o medidas concretas extraordinarias y temporales de apoyo al sector. Aquí estábamos tardando mucho.

 

Un obstáculo más para solucionar ese gap entre oferta y demanda que llevamos observando últimamente.

Sí, llevábamos viendo en los meses pasados que la demanda estaba creciendo fuerte y veíamos restricciones de oferta, como los chips o determinados bienes, e incluso algunos países encontraban dificultades para encontrar mano de obra adecuada y cualificada. Si a ello le unimos los problemas de suministro… Efectivamente, demanda hay, pero tenemos que ser capaces de que no haya cuellos de botella.

 

Es justo lo contrario de lo que pasó en la anterior gran crisis, la de 2008.

En la crisis financiera hubo una crisis de demanda, pero ahora no ha pasado esto. Durante la pandemia se mantuvo fuerte el consumo, la inversión, creamos mucho empleo, y las restricciones venían de la adaptación de la oferta, ya que tuvimos que ‘apagar’ la economía, y volverla a poner en marcha y eso lleva tiempo y más considerando que las empresas tienen que adaptarse a una nueva realidad.

 

 

En estos contextos, ¿cómo puede ayudar un Gobierno a su tejido productivo?

Desde las empresas pedimos que, cuando hay una crisis de este tipo, tengamos flexibilidad para adaptarnos a las nuevas exigencias de la demanda. Si ahora empiezan a subir los precios energéticos necesitamos flexibilidad financiera, laboral o fiscal. Ahora no es momento de subir impuestos, sino lo contrario, para que la empresa pueda avanzar.

 

Entonces, deduzco que la actitud de ha adoptado el Gobierno de Sánchez no le parece demasiado apropiada.

Muy poco apropiada. Además, esta crisis no está afectando igual a todos los países, ni a todas las regiones ni a todos los sectores. Por ejemplo, en 2020 la industria sanitaria benefició mucho, al igual que la logística o la tecnológica con el comercio electrónico o el teletrabajo. Esas han resultado las ganadoras. Ahora lo será la industria militar. Esta situación creada con Rusia nos ha enseñado que debemos depender menos de los suministros externos, pero para lograrlo, necesitamos flexibilidad, necesitamos un marco competitivo para los nuevos retos. La empresa debe hacerlo por si sola, pero en un contexto favorable, con las cuentas públicas saneadas, con acceso a la financiación, con una política energética adecuada. Y con unos impuestos adecuados. En estos momentos lo que necesitamos es adaptar la estructura de costes y otra estructura impositiva lo facilitaría.

 

Es muy poco común que, en un entorno tan inflacionista como este, un Gobierno decida subir impuestos.

Los gobiernos tienen herramientas para estos supuestos. Cuando veíamos que la inflación se iba a poner en el 7, resulta que se recupera la indiciación de las pensiones al IPC. Se hace en el peor momento de todos. Ahora, cuando hay inflación y los precios suben y se recauda más por IRPF (el año pasado alcanzó uno de sus máximos históricos) e IVA, el Gobierno debería entender que es el momento de devolver ese crecimiento de la recaudación para que impacte menos en la economía.

 

Pero para eso hacen falta unas cuentas públicas equilibradas.

Vemos que Alemania o Francia tienen cuentas equilibradas, pero España cierra con un déficit récord. El Estado tendría que tener como prioridad tener unas cuentas mucho más equilibradas, no subiendo impuestos sino gastando menos. Tener el balance saneado para cuando haya eventos extraordinarios, como el que tenemos ahora sobre la mesa. Por ejemplo, Alemania acaba de decidir subir 100.000 M€ en gasto militar y devolver parte de lo recaudado en sus impuestos.

 

En este contexto tan turbulento, ¿cómo puede defenderse una Región como Murcia?

Murcia tiene unas magníficas empresas familiares, que son mayoría en su tejido productivo, y que en los últimos años han hecho un esfuerzo importante de diversificación, de producto, de generación de tamaño y de diversificación internacional. La apertura hacia el exterior de las empresas murcianas está muy por encima de la media. Es una gran cualidad y muy positivo. Hace dos años, con la crisis sanitaria, todo esto se puso en valor, y la caída del PIB regional fue mucho menos que la media española. Eso también quiere decir que ahora las empresas regionales pueden estar bien para afrontar el nuevo contexto, en el que la variable en seguridad va a cobrar un mayor protagonismo y en el que van a tener que invertir más en mercados cercanos. La murciana es una economía diversificada que, a mi juicio, y si tiene buenas condiciones financieras, buena fiscalidad, y unas infraestructuras adecuadas (que ya tienen merito los empresarios murcianos al haber podido mirar tanto al exterior con el déficit en infraestructuras que tiene la Región), puede tener un recorrido positivo en los próximos tiempos.

 

También hay otra cosa que me ha llamado la atención muy positivamente en cuanto a la economía murciana en los últimos tiempos. Hace unos años, los principales deudores de las empresas murcianas eran las administraciones públicas, y estos días, cuando preparaba mi visita a Murcia, me sorprendió muy positivamente que la Región se había puesto en cabeza en el pago a proveedores. ¡Actualmente está en 4 o 5 días! Esto es algo extraordinario, son pequeñas cosas que ayudan muchísimo a las empresas.

 

Cada vez que un experto en economía visita la Región, acaba mencionando que uno de los principales retos de sus empresas es ganar tamaño. Usted también lo mencionó antes de pasada. ¿Por qué Murcia necesita que sus empresas sean más grandes?

No es un reto sólo para las empresas murcianas, sino para las de toda España. Y de hecho ese proceso ya se está dando, estamos asistiendo a varios procesos de consolidación empresarial también en Murcia. Es importante porque los retos son cada vez más globales y, ante eso, cuanto más tamaño mejor. Si tenemos que invertir en Francia o en Holanda, siempre encontraremos mejores socios o mejores condiciones financieras si somos más grandes. También para ser más competitivos o para invertir en investigación. Eso exige recursos y tamaño sin perder la flexibilidad.

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