PRESENTACIÓN

Ibarra recupera la historia de los astilleros de Cartagena en su libro 'La fábrica de submarinos'

José Ibarra
José Ibarra y Navantia recuperan la historia del astillero cartagenero en un libro sobre quiénes y cómo se construían los submarinos y otros buques hace 100 años.

José Ibarra, historiador, entró a trabajar en la actual Navantia cuando tenía 14 años, lo que significa que lleva su vida ligada al devenir de estos astilleros de construcción naval a los que ahora dedica un libro que narra la historia sobre quiénes y cómo se construían los submarinos y otros buques hace 100 años.

Ibarra es hijo de un obrero de Bazán Cartagena y nieto de un obrero de la Sociedad Española de Construcción Naval, lo que supone que las tres generaciones de su saga familiar llevan más de 110 años trabajando en el astillero de Cartagena.

Este volumen, probablemente el primero de una serie, se presenta este jueves tarde (19:00 horas) en la sede del sindicato Comisiones Obreras de Cartagena, del que es delegado comarcal.

'La fábrica de submarinos: la Sociedad Española de Construcción Naval (SECN) en Cartagena 1909-1939', es la historia de la Navantia de nuestros abuelos, explica.

PORTADA LA FABRICA DE SUBMARINOS

La SECN construyó 72 barcos en 30 años: un nivel de productividad no alcanzado nunca antes ni después. "Aunque se denominaba Sociedad Española de Construcción Naval, en realidad era una empresa más
inglesa que española: la casa británica Vickers era la accionista mayoritaria y sus directivos rigieron toda la
actividad en esas tres décadas", comenta el autor.

Esta Sociedad "nació de la privatización de los arsenales de Ferrol y Cartagena por la ley Maura-Ferrándiz y el Plan Naval de 1908. Contó en 1928 con 9 astilleros y fábricas repartidas por todo el estado español: Cartagena, Ferrol, Madrid, San Fernando, Cádiz, Puerto Real, Reinosa, Bilbao y Sestao. Durante los 30 años transcurridos entre 1909 y 1939 los astilleros públicos fueron privados".

Ibarra explica que "a Cartagena llegaron 32 maestros ingleses procedentes de la Vickers para dirigir a 2.000 obreros para modernizar la construcción naval militar española. Una auténtica colonización. En Ferrol fueron 116 ingleses".

El autor añade que "tras la defenestración del proyecto de Isaac Peral en 1890, España dejó de fabricar submarinos durante más de 20 años, momento que sí supieron aprovechar las potencias extranjeras para fabricarlos, muy presentes en la I Guerra Mundial. Había 311 submarinos en 1914 y ninguno español.

España botó su primer submarino construido por la SECN en Cartagena en 1921, intentando recuperar ese retraso industrial. En los felices años veinte, época de máximo esplendor productivo de la SECN, se entregan 12 submarinos en 8 años.

Ibarra repasa la vida laboral de la época. "Hubo una altísima conflictividad laboral: huelgas en 1907,
1917, 1920, 1932. Tres tipos de conflictos: por el empleo; por el salario y la jornada, y por malos tratos de los directivos ingleses. Se dio una fuerte sindicación de la plantilla: primero en sindicatos propios y en los años 30 con fuerte presencia de UGT y CNT. Se consiguió la jornada de 8 horas en 1917 tras una huelga de 20 días, dos años antes que en el resto del estado español".

El astillero fue prácticamente destruido en la guerra civil por un total de 117 bombardeos de la aviación franquista al ser el Arsenal de Cartagena el único que permaneció durante toda la guerra en manos republicanas. Tuvo que ser reconstruido entre 1939 y 1947 por el Consejo Ordenador de las Construcciones Navales Militares ya en época franquista.

También se repasa las luces y sombras de la presencia inglesa. En la parte positiva "se dio la máxima productividad, con fuertes inversiones industriales, modernización de los sistemas productivos, incorporación plena (aunque tardía) a la revolución industrial, la llegada al trabajo de la mujer (Carmen Conde primera mujer en la plantilla en 1923) y un importante escudo social implantado por la empresa: servicio médico privado y universal desde 1920; apertura de la Escuela de Aprendices en 1925.

En el lado negativo Ibarra recuerda que "existió una fuerte explotación obrera (jornada de 54 horas semanales, sin vacaciones hasta 1932 y de solo una semana), malos tratos, trabajo infantil (aprendices y pinches de 14 y 15 años). Abandono de las inversiones y de las instalaciones cuando había pérdidas. Desinversión en los años 30. Malas relaciones entre directivos ingleses y españoles. Dependencia y subsidiariedad con respecto a la matriz inglesa: los astilleros españoles son menospreciados por los directivos ingleses".

José Ibarra Bastida es licenciado en Historia por la UNED en 2003 y ha publicado varias obras de historia local. En 2011 dio a la imprenta su primera obra, Las primeras Comisiones Obreras de la Región de
Murcia: Bazán Cartagena 1961-1971, publicado por CCOO.

Después de otras publicaciones en 2016 publicó en la Editorial Corbalán 'Cartagena en llamas', la
crisis industrial de 1992, en las vísperas de la conmemoración del 25 aniversario de aquel ciclo de manifestaciones y luchas obreras en el contexto de una aguda crisis industrial, laboral y política
que tuvo como punto álgido la quema de la Asamblea Regional el 3 de febrero de 1992 en Cartagena.

En 2020 y sobre esa misma problemática, colaboró como asesor histórico y participante en la película documental El año del descubrimiento, dirigida por Luis López Carrasco y con guión de Raúl Liarte. El film, estrenado en el Festival Internacional de Cine de Rotterdam, ha obtenido más de 30 premios nacionales e
internacionales en Asia, América y Europa, incluyendo dos goyas (mejor documental y mejor montaje) en 2021.