martes. 19.03.2024

En el Cante de las Minas, el flamenco llegó anoche a nuevos entornos sonoros. Rosario ‘La Tremendita’ protagonizaba un inicio de gala en el que la electrónica tomaba su lugar, demostrando que no hay límites en el flamenco y que todos los instrumentos pueden aportar al género, incluso el bajo eléctrico, su gran aliado.

La primera entrega del doble álbum ‘Tremenda’ sonó anoche en la ‘Catedral del Cante’, haciendo que la artista llegara de nuevo a La Unión desde que participó hace más de 20 años en el concurso del Festival. Y lo hizo como una artista consagrada, una promesa que viene de raíces puramente flamencas y que ha sabido buscar su propio lugar dentro de él: es nieta de Enriqueta ‘La Pescaera’, sobrinanieta de ‘La Gandinga de Triana’ e hija de José ‘El Tremendo’. Su arte le ha llevado incluso a estar dominada en dos ocasiones a los Latin Grammy Awards.

“Me ha venido a la cabeza los nervios que pasé en esos años que vine a concursar, que no me dieron ningún premio, pero eso me hizo ser más fuerte y tener más ganas de aprender, de seguir estudiando cante”, confesaba al inicio del concierto, manifestando que el cante es su “forma, religión, disciplina y pasión” e invitando a “un viaje por el cante a su manera”.

Su enfoque del flamenco no es casual, sino que es el resultado de un trabajo de investigación que parte del cante tradicional para llevarlo a texturas nuevas. De hecho, reivindicó en su concierto el sentimiento del flamenco, “de corazón pa’ dentro”, “de escuchar cante como hago yo: desde que me levanto hasta que me acuesto”. La libertad con la que concibe el género y con la que se expresa quedó patente desde ‘Oye mi voz’, con el que abrió la noche, seguido de ‘Romería’, cantando por fandango y bambera en homenaje a García Lorca. En ‘Un mundo nuevo’ mostró su faceta de multiinstrumentista, iniciando el tema sentada sobre el cajón flamenco para tocarlo poco después. Le siguió un momento más íntimo, más desnudo musicalmente, con ‘Un mundo nuevo’. Y entonces llegó el turno de los Cantes de levante, “a mi manera”, advertía, con ‘Mi Voz’. “Uno de mis sueños cumplidos es cantar por Levante en este templo”, admitía. La noche, ya con la emoción a flor de piel, ganó en sentimiento cuando ‘La Tremendita’ interpretó ‘Abuelería’, un conjunto de coplas que le han cantado en todos estos años sus abuelas y que aunque rechazaba cantarlas en un principio por su preferencia de la seguiriya, ahora las agrupa bajo este título, recogiendo clásicos como ‘A tu vera’, guitarra en mano.

Acompañada de Pablo Martín Jones a la batería y electrónica, David Sancho al teclado y Juanfe Pérez al bajo eléctrico, siguió interpretando con su quejío particular ‘Concha Dorada’ confesando su “adicción por el flamenco”. Acompañada de las palmas del público interpretó ‘Tremenda Valeriana’ y le cantó a su abuela ‘La Pescaera’, demostrando que “el flamenco está en movimiento” y que ese movimiento cabe en el Festival Internacional del Cante de las Minas.

Fiesta entre hermanos

Con luz tenue llegaban al escenario ‘El Tete’ y ‘El Chino’, hermanos de ‘El Yiyo’, el segundo protagonista de la noche, para ofrecer una auténtica fiesta donde el baile era el rey. La percusión de José Córdoba, la guitarra de Adam Pérez y el cante de Carmen Amador iban invitando a los tres bailaores a hacer crujir las tablas en un espectáculo elegante y enérgico a la vez.

Entre las sombras salía Miguel Fernández Ribas, apoderándose de los bastones de sus hermanos para compaginar sus golpes con su taconeo, dando comienzo a una conversación en la que los pies mandan, en una especie de círculo en el que cada uno tiene su turno para ocupar el tablao y demostrar su talento.

‘Jubileo’ se convirtió en una celebración en la que el público era partícipe de cómo el arte se comparte en familia para ofrecer un espectáculo dinámico en el que se fluye en honor al flamenco con fandango, seguiriya, granaína, soleá por bulería, tangos y alegrías. Los acompañamientos musicales se intercalaban con momentos de silencio en los que los pasos de ‘El Yiyo’ resonaban en la ‘Catedral del Cante’.

Con este espectáculo ‘El Yiyo’ demostró, a sus 25 años, estar a la altura de un escenario referente como es la ‘Catedral del Cante’.

Una identidad gastronómica que enriquece al Festival

Bodega Lloret es un lugar donde compartir, donde parece que no pasa el tiempo; es el lugar donde el Festival Internacional del Cante de las Minas se degusta, como una sede gastronómica íntimamente ligada a este evento por la que han pasado los más grandes artistas del flamenco. Su trayectoria, desde que comenzara su andadura en el año 1951, le ha valido el premio ‘Pencho Cros’ a la Gastronomía, que recibía emocionado el gerente, Jesús Segura, dedicando el galardón a sus suegros, quienes “crearon los pilares de la bodega”. Hizo mención, con agradecimiento, al propio Pencho Cros: “Yo tenía una tienda y allí se juntaba con unos amigos a tomarse unos vinos y a probar lo que hacíamos y poco a poco me pedían algo más, y yo añadía una silla más, o una mesa, para que estuvieran cómodos. Así conseguimos que Bodega Lloret funcionara otra vez como cuando empezaron mis suegros”, recordaba Segura.

“Bodega Lloret es un lugar singular con encanto y sentimiento, y eso es importantísimo”, añadía el presidente de la Fundación Cante de las Minas, Pedro López. “El Festival está ligado a este local, en el que entras en un mundo de ilusión y de sueños; de escuchar al maestro Pencho Cros y a sus amigos en aquellas tertulias”, añadió, calificándolo de “un lugar irrepetible” y deseando “que perdure en el tiempo y que las futuras generaciones lo sigáis manteniendo, porque es el espíritu de vuestros abuelos y de La Unión”.

Durante la jornada también tuvo lugar un curso de guitarra a cargo del guitarrista oficial del Festival Internacional del Cante de las Minas, Antonio Muñoz.
 

El Cante en la Calle recibe de nuevo a la ‘Lámpara Minera’ Raúl Montesinos

De Sevilla a Sevilla: tras una primera actuación del Cante en la Calle dedicada al baile, protagonizada por el ‘Desplante’ masculino del año 2021, Rafael Ramírez, tenía lugar la segunda sesión en la Plaza Joaquín Costa a cargo de Raúl Montesinos, que regresaba a La Unión tras alzarse en el 2004 con la ansiada ‘Lámpara Minera’, tras haber quedado previamente finalista en otras tres ocasiones.

“Estoy muy, muy contento de volver a La Unión tras mi paso por la gala de ganadores de 2005”, dijo Raúl Montesinos emocionado poco antes de comenzar su recital flamenco por malagueña, rondeña y jabera, haciendo alarde de su cante de estilo clásico, como él mismo lo define, acompañado de Antonio Carrión a la guitarra.

Una Avenida del Flamenco llena celebró con aplausos y olés también su cante por minera, soleá, cantiña y seguiriya, mientras caía el sol y la estructura de siluetas de castilletes mineros, ideada por Esteban Bernal para enmarcar el escenario del Cante en la Calle, se iluminaba con un resplandor naranja. El gran final, por fandangos de Huelva, puso al público en pie para ovacionar al cantaor sevillano.
 

‘La Tremendita’ provoca un viaje hacia nuevos entornos sonoros del flamenco