miércoles. 08.05.2024

Siempre nos hemos preciado de tener unos excelentes cultivos en nuestra tierra, pero es evidente que no estamos en una región geográfica óptima para las actividades agrarias. Hay otras regiones de Europa con suelos más fértiles y muchas más horas de lluvia al año, que, además, no tienen unas temperaturas tan extremas en verano. En los últimos años, estas temperaturas están incluso acentuándose, y el verano está haciéndose más largo.

Las temperaturas extremas que experimentamos el pasado año no fueron una casualidad. 2023 fue un año extremadamente caluroso en España, con una anomalía de +1,3°C con respecto al promedio. Nos referimos al promedio entre los años 1991 y 2020, así que la variación con respecto a las temperaturas promedio del periodo pre-industrial es muy superior a los 2°C: unas cifras que son claramente insostenibles a largo plazo.

Además de tener más dificultades para dormir en las noches tórridas y de encontrarnos con problemas para hacer ejercicio al aire libre, estas altas temperaturas también pasan una importante factura a los campos murcianos. Y lo peor es que no es un problema aislado, sino que se trata de una tendencia que seguramente se acentuará cada vez más. Nos guste o no, la agricultura murciana va a tener que reinventarse.

La desertificación de los suelos rurales

Diversos estudios apuntan a que un 74% de las tierras en España están en riesgo de desertificación. Los análisis de valoración han comprobado en múltiples ocasiones que las tierras desertificadas pierden muy rápidamente sus propiedades minerales, lo que hace que resulten no aptas para el cultivo. La única manera de recuperarlas sería reemplazando por completo el sustrato y facilitando el riego de manera artificial.

Son múltiples los modelos que apuntan a que España será uno de los países más afectados por el cambio climático. Aunque el calentamiento global está causando cada vez más problemas por todo el planeta, en nuestro país corremos el riesgo de que nuestra geografía pase a asemejarse más a los paisajes áridos del norte de África: una perspectiva desoladora para unas tierras que en su momento estuvieron cubiertas en buena medida por bosques.

Esta desertificación de los suelos implica todo un desafío para la agricultura, donde soluciones como los invernaderos, la hidroponía o la agricultura urbana pueden ser aspectos esenciales en el futuro del sector. Aunque no se trata de soluciones sencillas de implementar, nos ofrecen un mayor control sobre el sustrato y la posibilidad de seguir cultivando incluso bajo las condiciones climáticas extremas que parece que nos esperan.

La falta de agua, un problema que viene de lejos

Podemos considerar esta evolución en nuestra agricultura como un paso más después de otros que ya hemos dado en el pasado. Uno de los grandes problemas que ha azotado históricamente a nuestra región es la falta de agua, algo que nos permitió convertirnos en pioneros en la desalación de agua para poder dar abasto a nuestra demanda durante los tiempos de sequía.

Hoy por hoy es habitual que hagamos uso de la desalación del agua tanto para el riego como para el consumo civil. En lugar de esperar a la lluvia o a los transvases del Ebro, hemos decidido tomar el toro por los cuernos y extraer nuestra propia agua desde nuestras costas. Aunque en su momento fue inversión muy costosa, lo cierto es que nos da una gran independencia hídrica: y, cuanto mayor sea la inversión, mayores serán nuestros recursos para el riego.

El cambio climático está distorsionando los ciclos de lluvia en buena parte del mundo. La propia Cataluña está sufriendo la sequía más severa desde que se tienen registros, y, justamente por no contar con una infraestructura desaladora como la nuestra, ahora Murcia cuenta con mayores recursos hídricos que nuestros vecinos del norte. Por eso Teresa Ribera ha anunciado 467 millones de euros de inversión en desaladoras para la región.

2024 apunta a ser más caluroso que 2023

Son múltiples las proyecciones que apuntan a que este año será todavía más caluroso que 2023, lo que resulta más que preocupante si consideramos que 2023 es el año más caluroso de la Tierra desde que se tienen registros. Y, aunque puede haber ligeras excepciones alguno de los próximos años, se espera que la tendencia continúe durante toda esta década. Las emisiones de CO2 simplemente no cesan, y el planeta continúa calentándose más y más.

Incluso el duro invierno que se ha sufrido en algunas partes del mundo como Europa del Este o China confirma esta tendencia. El mayor calentamiento del planeta acelera la evaporación del hielo en los polos, lo que ocasiona olas polares en las zonas circundantes. Se trata de breves períodos de frío extremo que luego vendrán seguidos por olas de calor todavía mayores, seguidas de nuevas olas de frío, y así sucesivamente.

También en este contexto, la inversión en tecnología puede ayudar al campo murciano a adaptarse. El mero hecho de techar nuestros campos para crear entornos de crecimiento agrícola controlado puede contribuir al blindaje de nuestros cultivos tanto durante las olas de calor como durante las olas de frío, y, además, la inversión en energía renovable puede abaratar el gasto energético de estas instalaciones. ¡Toca adaptarse a los tiempos!

Photo I Pixabay

¿Cómo afectará el cambio climático a los suelos agrícolas de Murcia?