miércoles. 24.04.2024

Que la inspiración os pille trabajando

Desde muy pequeño me aficioné a desmontar los aparatos de radio que mi padre, militar de profesión, me traía de Canarias en aquélla época en la que no había Amazon ni grandes bazares y webs de electrónica como hay ahora. El problema es que a veces me sobraban piezas y a veces me faltaban… Las broncas eran de órdago y de esa manera cada vez me esforzaba más en 'afinar' mi afición de hacer puzles con esos equipos tan poco sofisticados que acabaron por no tener secretos para mí.

 

Con el tiempo esa afición pasaría a ser mi elección en la universidad y  más tarde se convirtió en mi profesión. Aunque ya nunca más jugaría a hacer puzles de esa manera tan lúdica porque la aparición de los circuitos integrados hizo que los equipos se redujesen a una placa de circuitos, una carcasa y poco más. Además empezaba ya la maquinaria china a producir de forma masiva y los precios democratizaron el uso y disfrute de esos equipos. Se abarataron tanto que ya no merecía la pena ni repararlos.

 

Pero de esa afición que tenía de niño aprendí algo que me ayudó a afrontar la vida sin miedo a lo desconocido. Aprendí que la curiosidad es la madre del aprendizaje, que los límites del aprendizaje los ponemos nosotros, que siempre se aprende algo nuevo si sacas a tu ego de tus títulos y tus éxitos profesionales. Si tienes curiosidad serás una persona formada pero sobre todo valiente, decidida, apasionada, con ganas de experimentar cosas nuevas, de crecer en una palabra. Y ese crecimiento es el que te hace estar vivo, estar ávido de nuevos conocimientos, experiencias, empresas, personas… Esa riqueza te lleva en volandas hasta la próxima etapa de la vida.

 

En la Universidad no fui un alumno modelo, estudiaba y daba clases de tenis para pagarme la carrera. No sólo aprendía mucha electrónica, circuitos o redes, también aprendí a fracasar, a perseverar, a no rendirme nunca ante la adversidad, a ser fuerte. Valores muy importantes que a día de hoy me han ayudado a dirigir una empresa que empezó su camino en la terraza de mi casa donde improvisé un despacho en los peores momentos de la crisis, con una mano delante y otra detrás. Sólo tenía mis conocimientos pero a nadie que los quisiera comprar.

 

Pero gracias a los caprichos del destino cuando ya me habían dado un ultimátum en casa y las cajas llegaban hasta el techo ("o los teléfonos o tú") se cruzó en mi camino la oportunidad de tener un despacho propio a precio reducido. El CIM se convirtió en mi segunda casa y AJE en la referencia en formaciones, charlas, seminarios, eventos lúdico-festivos donde nos juntábamos profesionales jóvenes con las mismas inquietudes, anhelos, esperanzas y objetivos. Me sentía tan acompañado de todos ellos que no podía dejar de seguir unido a la asociación una vez cumplí esa etapa. El siguiente aprendizaje llamaba a la puerta con insistencia.

 

Y en esta nueva etapa en “solitario” con hitos tan importantes como la licencia de Operador registrado en la CNMC, la marca propia en telefonía móvil (Voz IP Mobile) o los proyectos de expansión a otras provincias no hacen sino provocar en mí nuevos retos y nuevos aprendizajes que estoy deseando integrar. No hay límites para crecer, sólo los que te quieras marcar tú.

 

Mi humilde consejo para todos los que decidáis embarcaros en esta maravillosa aventura de emprender es que le pongáis mucha pasión, que la idea es importante pero no lo es todo y que absorbáis como esponjas toda la sabiduría y experiencia de todos los que hemos pasado por esa fase de la vida donde te tienes que lanzar a lo desconocido (sólo parecido a ser padre primerizo), porque por mucho que os cuenten no se aprende en ningún sitio ni a ser padre ni a crear una empresa si no es teniendo hijos o creando empresas.

 

Y por supuesto que la inspiración os pille siempre trabajando…

Que la inspiración os pille trabajando