sábado. 20.04.2024

La extraordinaria normalidad de Juan Andrés Romero

Un 'sunset' con un empresario como hay pocos, que triunfa a ambos lados del 'charco' a lomos de un unicornio que él asegura que todavía no ve

Hay días y días. El de hoy es de esos en los que uno debe levantarse tras tropezar, retomar el camino y decir ‘adelante’. Y eso es algo que también podría definir a Juan Andrés Romero y la empresa que con él camina al galope, CLERHP.

 

Le mando un mensaje en un tono como si le conociera de toda la vida, y, como si yo fuera habitual de su entorno, acepta el reto. Eso sí, tuve que echar mano de una de mis mejores virtudes, la perseverancia, pues debí insistir porque la agenda de este joven empresario mazarronero, que vive a caballo entre España y Sudamérica, parece más ajetreada que la de un ministro (o similar).

 

Pero al fin encontramos el hueco. Me recibe en sus oficinas el CEO de una empresa que cotiza en Bolsa por valor de 20 millones de euros. Una salita de cristal mapeada como si de grafitis se tratara nos acoge durante una hora en lo que yo calificaría como una conversación de lo más inusual que he tenido nunca. Me pregunto cómo un hombre normal puede ser así de extraordinario.

 

Juan Andrés es arquitecto, hijo del sector, hermano de otro técnico y padrazo incondicional. Amigo de sus amigos, me parece una persona divertida, filósofo en la intimidad, valiente a cada paso que da, y montado en un unicornio que aún dice no ver, aunque todos lo veamos tal cual.

 

Todo empezó cuando decidió irse a vivir, sin nada más que sus propias manos, a Bolivia. Corría 2009, ya saben, recién estallada la burbuja, Lehman Brothers y esas cosas. Eran tiempos aquellos en los que ningún banco quiso apostar por sus ideas (ni por las de nadie, recuerden el contexto), así que apostó por una idea disruptiva para un proyecto como aquel: gracias a sus grandes conocimientos adquiridos, salir a Bolsa y acudir a inversores privados para poner en marcha un proyecto. Así pudo ponerlo en marcha y fue un gran acierto, a pesar de que otros solo pudieran pensar que era una locura.

 

Pero volvamos a Bolivia. Tras vivir allí cerca de 3 años, y currando como el que más, volvió con algo de pan bajo el brazo para asentarse y buscar más talento que exportar a unas tierras que no dejan de ser hoy su ‘otra patria’. Ya que no se plantea en ningún caso cambiar de modelo de negocio.

 

Macarena Perona: ¿Cómo se consigue mantener a un equipo joven motivado a pesar de viajar constantemente y debiendo apostar con una exigencia superior a otras empresas?

Juan Andrés Romero: “Está claro, eligiendo bien a las personas, apostando por darles una trayectoria profesional sin techo, por la conciliación de verdad (como cuando en plena pandemia montamos una guardería en la oficina) fomentando su creatividad, permitiéndoles exponer toda idea aun cuando pueda parecer absurda… A veces te sorprendes cuando un chico recién licenciado se acerca con un gran proyecto que se nota que lleva tiempo de reflexión y es muy bueno. Y, por supuesto, si no hay un incentivo económico obviamente pueden volar a otro proyecto. En CLERHP tenemos un sistema de rotación para que los equipos siempre sean dinámicos. Todos los proyectos se desarrollan a nivel técnico en España, y el control se hace 'in situ' con dos personas que cada mes y medio cambian, por lo que nunca nadie se cansa de estar lejos de casa, sino que supone un trabajo en equipo que tiene un valor incalculable para nuestra empresa.

 

MP: ¿Qué se lleva de estos años trabajando fuera?

JAR: Personas, muchísimas personas, que hoy son amigos. Tengo amigos en muchas partes del mundo y cuando viajo siempre tengo con quien pasar ese tiempo libre que en España muchas veces no tengo.

 

MP: ¿Qué cosas suele restar para llegar a esa agenda?

JAR: La pesca submarina me apasiona y debo sacrificarla en ocasiones para poder hacer la otra gran tarea que me encanta, y que ya no es un tiempo mío, sino suyo: el tiempo de mis hijos. En cuanto comience el buen tiempo al menos con el mayor (6 años) quisiera echarme al mar. Pero jamás he pensado que debía renunciar, sino que he elegido con mucha serenidad el camino que quiero cada día trazar.

 

MP: ¿Cuál es el proyecto que querría hacer?

JAR: Ya lo estamos haciendo. Cuando después de mucho esfuerzo, errores, pérdidas brutales en apuestas empresariales que no salen, te presentan una gran oportunidad y ves el terreno, eres consciente de que la vida te está brindando la oportunidad de hacer ese proyecto de más de 3 millones de metros cuadrados en los que no planteas una idea, sino el concepto de ciudad que deseas para volver a empezar.

 

Siempre apostamos allá donde vamos por elevar el valor de las cosas que se tienen, de las personas que trabajan con nosotros, para poder llevar más riqueza y desarrollo a los lugares en los que trabajamos. Sabiendo además que esos países que nos han acogido son aquellos en los que realmente está el futuro. Ver ciudades llenas de niños me encanta, pues te hace ver el crecimiento que sus pueblos y gentes van a tener, niños que irán a la escuela, papás que irán al médico a tener un hermano, las viviendas que necesitarán, las infraestructuras que permitirán llegar donde lo necesites, países en pleno desarrollo…

 

A medida que contesta a mis preguntas, me hace pensar en que sus respuestas que no parecen las de un joven de 40 años, pues la madurez que se atisba en ellas está más cerca de una persona que pudiera tener como es su caso, muchas derrotas, fracasos y lemas por bandera como ser enemigo del halago. Y es que, siendo un tipo normal, es al mismo tiempo extraordinario.

 

Sabe quién es, y qué puede hacer por su gente, por su empresa, y lo mejor de todo, a dónde quiere llegar. Un ‘sunset’ constante parece encontrarse en su mirada y en los planes estratégicos que ya ha pensado y que ya ha contrastado con personas que gustan tanto como él de vivir la sinceridad, la verdad.

 

Pudimos hablar de muchos temas, de cómo es capaz de apostar por otros negocios que tocan al suyo: la tecnología, la economía, los nuevos mercados…, pero quizá lo más importante para él y para su familia sean los valores que sin duda han hecho que su fuerza sea brutal. Que sepa que el camino más fácil no es el suyo.

 

Hombre de ideales y conceptos claros, al que le relaja diseñar, pero que es un gran director de la orquesta residente de CLERHP, pues su impecable gestión está haciendo de él un unicornio al otro lado del charco.

 

Sin duda un tipo normal muy extraordinario. Espero poder ir un día a ese gran proyecto al menos a relajarme en esas imágenes que me ha mostrado y que ya advierto serán un auténtico paraíso.

 

Murcia necesita más tipos normales que hagan de nuestra tierra una ciudad más extraordinaria.

 

Foto: © Élite Murcia

La extraordinaria normalidad de Juan Andrés Romero