jueves. 28.03.2024

Miguel Ángel Zapata, el empresario que fabrica sueños

Son las diez de la noche de un viernes, tomo una copa de vino en casa y me dispongo a soñar. Sí, porque desde hace 18 meses no trabajo, solo soy capaz de soñar, y es algo que comparto con el entrevistado de hoy.

 

Le conozco desde hace ya algún tiempo y sin embargo a pesar de conocer su historia, al igual que el resto de 18.000 pinatarenses, me enfrento al reto de poder ponerles los pelos de punta, tal y como él hizo conmigo durante toda la hora que pude estar escuchando y compartir la magia que es capaz de trasmitir en un papelito de 11 centímetros por 6 y pico.

 

Supongo que aún no seban de quién hablo, o quizá sí. Él hace soñar cada invierno a todos, él hace que todos durante unos instantes seamos capaces de alcanzar nuestros anhelos más recónditos, y además consigue hacerlo sonando esa música especial para cada uno. Pero, además, es el padrino de decenas de asociaciones que tienen necesidades por algún motivo y sufrimiento, y de ahí arranca una de mis primeras preguntas para Miguel Ángel Zapata.

 

¿Se ha preguntado alguna vez si hace usted un poco de consejero de Política Social?

Y es que Miguel Ángel comienza explicando qué es Loterías El Perolo hablando de los que más necesitan de su ayuda, esas personas que venden 3 euros de ayuda a miles de organizaciones unidas para solventar problemas graves a los que a veces la sociedad, la política, la propia vida no llega. Y nos contesta muy honestamente.

Jamás me lo he planteado, mi ilusión por ayudar, mi necesidad de ayudar es desinteresada. Todas aquellas personas que gracias a la recaudación de fondos por la venta de loterías consiguen ayudar en muchas ocasiones a miles de familias, profesionales, y acciones necesarias para mejorar la vida de muchas personas quizá con discapacidad, dolencia, sufrimiento, investigación, o desarrollo de sus sueños deportivos o por ser mejores personas, es lo que más me gusta de mi trabajo, y lo que me lleva a seguir cada día.

 

¿Siempre ha sido el hombre de la magia?

Y con sinceridad extrema, con las manos encima de la mesa y pensativo, confiesa que no, que en muchos momentos ha trabajado sin ilusión, hasta que descubrió que las personas son lo más importante, y que, si en un equipo falta una persona indispensable, es mejor avanzar y seguir otros caminos. De hecho, su camino fue casi sin pensarlo, aunque sabía lo que quería para una administración de lotería, lo que significaba, vender magia, no solo suerte. Y por su camino se cruzó otro gran hombre de negocios que le ha dejado hacer y que apostó por su ciudad y su gente, y así surgió El Perolo y sus campañas de lo más divertidas. Con la máxima de poder levantarse cada día dispuesto a soñar, con que las cosas son posibles, "tan solo -según el propio Miguel Ángel- hace falta tiempo”.

 

¿Pensó la primera navidad que podría dar un premio? ¿Lo pensó la primera vez que pudo dar un gordo?

Sin ninguna duda, yo sabía que podría ser. La suerte no es un esfuerzo, es la escasa probabilidad positiva de que un suceso poco habitual ocurra.  Y, si sueñas has de poder tener suerte, si trabajas sin duda los resultados ocurren. Pero luego está la estadística de los negocios, y como en todos en la Lotería también existe fórmula de ventas, tan solo hay que tener ganas, ilusión, personas que se lo crean.

 

No puedo dejar de pensar en mi equipo esas primeras navidades. Porque, efectivamente, se habla mucho de las cifras de ventas, de operación y años de suerte de una administración. Pero nadie, creo que ni mi equipo, esperaba que jamás dejara de soñar, y que mi colega José María me permitiera cada día realizar esos sueños, haciendo ruido en los años en los que una DANA asedió la Región, o en la que decidimos seguir adelante para montar unas migas para mil personas, para finalmente celebrar que lo hicimos posible.

 

Ha pasado usted por los mejores estudios de televisión, las mejores emisoras, y todo medio de comunicación que se preste le ha entrevistado cada 22 de diciembre, ¿sigue teniendo nervios?

No podría pensar en ningún momento que pasaría por estos platos, pero sí que queríamos hacerlo, queríamos cambiar el ritmo de la lotería, sabía que podría hacerse, pues es un trabajo que, según dicen mis amigos, es el mejor trabajo del mundo. ¿Quién no querría ser Iniesta en el gol que nos dio el mundial? Pues yo, porque he podido dar grandes premios de la lotería nacional, premios que han permitido a los demás una vida mejor. Y eso no es lo mejor: lo mejor es que en el camino, porque gracias a las ventas de esos boletos conseguimos que miles de personas mejoren sus vidas. Con la venta de cada décimo, se ganan 3 euros, que ya es mucho.

 

Es en ese momento en el que entiendo la lotería por primera vez, cuando Miguel Ángel asegura que el juego no es solo soñar, es compartir, es saber que estamos ayudando a los que más lo necesitan, a esos cientos de asociaciones que gracias a esos 3 euros pagan a los fisios que ayudan a movilizar y dar terapia a niños o adultos con parálisis muscular, cerebral, o se pagan a los profesionales de logopedia que trabajan en centros para personas con discapacidad. Y cuando su mirada es solo de esperanza, de fe, de estar convencido de que puedo ayudar, y de pensar cómo puedo hacer para ayudar a esta gente que tanto lo necesita.

 

Y es que Miguel Ángel Zapata es un genio de la publicidad, de la ayuda humanitaria, del ruido bien creado, y todo de la mano de nuevas ilusiones de otros, con el sueño de poder ganar el Gordo de la Lotería. Y es que nos cuenta que las mayores tiradas de números las llevan las asociaciones, las agrupaciones que siempre están ahí. "Vender se vende, pero ellos hacen mucho más, ellos crean vida, no solo sueños".

 

El lema de El Perolo desde el comienzo es que el mayor premio es haber nacido, pues solo vivimos una vez; da igual que nos toque o no la lotería, pues sin la vida no podremos disfrutar de nada.

 

Denuncia la falta de formación financiera en España para poder exprimir un buen premio: no habla de los tipos impositivos, sino de la necesidad de educar. Como ven es un alma libre y sincera, de esas que te ponen los pelos de punta, de los que quieres seguir un ratito a su lado, porque la vida mejora.

 

Le pregunto por el negocio, y tengo que decirles que lo maneja al 100%, y si le pregunto por el sector, por sus necesidades, por las limitaciones por ser una actividad reglada.., lo tiene muy claro. Este soñador, hombre de negocios, de ayudas, de experiencias de vida, sabe hacia dónde camina su proyecto y no duda en encauzar a aquella persona del equipo que se sale de la visión del negocio, y aunque él diga que no, es el alma de la empresa, es quien insufla aliento a todos en el equipo, desde el último trabajador, a la gerencia, a dirección, a todos, pues si el sueño lo ha hecho realidad es porque se atreve a soñar cada día y no solo en día de la lotería.

 

Compartimos momentos, risas, veo los videos que me enseña sobre los premios, momentos en televisión, música que de verdad expresa lo que ha vivido en estos siete años, y lo sorprendente no es que no se le haya subido a la cabeza; lo sorprendente es que es una persona maravillosa, un alma blanca, un ser capaz de acertar no solo en los negocios como nadie, sino un gran alentador de la esperanza, tanto que después de confesarle que hacía años que no compraba lotería, este año compraré muchos sueños en El Perolo. Ese flamenco rosa de San Pedro del Pinatar que nos hace soñar cada navidad, y atentos porque en breve se lanzan los primeros números, y después de todo lo que me ha mostrado creo que me atreveré de nuevo a soñar por un día y a intentar apoyar a quienes sé más lo necesitan, nosotros, los que tenemos que vivir cada día.

 

Una última pregunta me atrevo a compartir con vosotros. Más bien es una petición. Sin duda este año él debería ser el director del anuncio de la Navidad, pues sabe de esos sueños mejor que nadie. Miguel Ángel, gracias por tu magia, por tu esperanza, por tu dación completa a todos los que son necesitados. Hacía tiempo que no encontraba a alguien como tú, ojalá todos seamos algún día más perolitos.

Miguel Ángel Zapata, el empresario que fabrica sueños