Competencias para la vida

 

Desde hace unos años coordino e imparto la asignatura de “Gestión de personas y desarrollo del talento” en el MBA de la Universitat  de les illes Balears. El otro día, en clase, mientras los alumnos discutían en pequeños grupos un caso que debían presentar, yo los miraba y me preguntaba si era eso lo que se iban a encontrar en la vida real. Son 30 alumnos de diferentes nacionalidades y todos ellos tienen ya un grado universitario. Algunos ya trabajan o hacen prácticas.

 

De este postgrado o máster esperan obtener los conocimientos necesarios para poder optar a puestos de más responsabilidad en la empresa que les vaya a contratar, o en el caso de lo emprendedores que tengo en clase, en su futura empresa. Los conocimientos son necesarios, pero no suficientes. La mayoría de las asignaturas del master están enfocadas en adquirir conocimientos y en la manera de cómo ponerlos en práctica. Desde mi experiencia laboral observo que hay una cierta desconexión entre lo que se enseña en la universidad y lo que las empresas demandan.

 

Diría que en las universidades se enseña a “saber hacer”, y las empresas esperan de sus colaboradores, además, el  “saber ser” y “saber estar”. A las personas se les contrata por su talento y se les despide por su talante. Y es en la formación de competencias para la supervivencia, donde procuro hacer no solo hincapié, sino prácticas para complementar los conocimientos.   

 

Hace algún tiempo leí un estudio de Robert Wagner, que me vino a la cabeza mientras observaba a mis alumnos. Wagner trabaja en el laboratorio de Innovación de la Universidad de Harvard y es toda una autoridad en temas de educación. Opina que el sistema educativo está obsoleto y que hay que  reinventarlo. En los colegios y en la universidad normalmente se premian los logros individuales, se compartimenta el conocimiento en asignaturas, se evita el riesgo y se penaliza el fracaso. Les recomiendo que vean este TEDxTalks donde Wagner explica la necesidad de cambiar el sistema educativo.

 

Pero volvamos a mi clase. Veía a mis alumnos muy comprometidos en las discusiones, tenían que buscar alternativas innovadoras para el caso. Recordé que en el estudio de Wagner, después de entrevistar a jóvenes y no tan jóvenes, de todo el espectro económico y social, llegó a la conclusión de que existen 7 competencias vitales para la supervivencia. Las he recuperado y me complace compartirlas con ustedes:

 

  1. PENSAMIENTO CRÍTICO Y RESOLUCIÓN DE PROBLEMAS. Saber hacer buenas preguntas.  Analizar críticamente y cuestionar el status quo. No hay resolución de problemas sin pensamiento crítico. Es la puerta de la innovación.
  2. COLABORACIÓN A ATRAVÉS DE REDES Y LIDERANDO POR INFLUENCIA. La inteligencia colectiva es mayor que la inteligencia individual. La rentabilidad de la colaboración ya se descubrió hace tiempo. Sólo hay que ponerla en marcha y de eso se encargan los líderes que entienden que “liderar es desarrollar el liderazgo de los demás”, para que trabajen juntos.
  3. AGILIDAD Y ADAPTABILIDAD. Todo cambia a velocidades de vértigo y eso no encaja con el aprendizaje cerrado a contenidos. Aprender a aprender, como garantía de supervivencia, aprender a pensar diferente.
  4. INICIATIVA Y EMPRENDIMIENTO. La incertidumbre nos hace inseguros y refractarios a buscar nuevos caminos. El “fracasa rápido, barato y pronto” no forma parte de nuestros paradigmas. Innovamos arriesgando, fracasando y aprendiendo.
  5. COMUNICACIÓN ORAL Y ESCRITA EFECTIVA. Asignatura pendiente y competencia no desarrollada. Ponerse delante de un auditorio y desarrollar una comunicación con impacto o hacer un informe que ayude a la reflexión es básico para liderar, crear o vivir.
  6. EVALUACIÓN Y ANÁLISIS DE INFORMACIÓN. La digitalización implica dos cosas: hacer más con menos y tomar mejores decisiones, porque tenemos más datos. Estos datos hay que entenderlos y evaluarlos.  
  7. CURIOSIDAD E IMAGINACIÓN. Bendita curiosidad que nos permite entender, cuestionar e imaginar futuros inexistentes. Sin curiosidad no hay avance. Solo rutina y repetición. Justo lo contrario de lo que demanda el actual entorno.

 

Seguro que no les ha sorprendido ninguna de estas competencias para la supervivencia. Son de sentido común, no sólo para la escuela o la universidad, sino para la vida y para la empresa. Pruebe a hacer el ejercicio de pensar qué tipo de vida tendríamos, o qué tipo de profesional seriamos, si no tuviera ninguna de estas competencias.  Afortunadamente, algunas nos vienen de serie, preinstaladas en nuestro cerebro, pero no se activan si las condiciones no son las adecuadas. Somos aprendices todo el tiempo, y cuando dejamos de aprender nos morimos un poco. En el siglo pasado había un humorista ocurrente, Jaume Perich, que decía:  “hubiera preferido que me hubieran enseñado educación sexual a logaritmos. Los logaritmos los utilizo tan poco…” Pues eso.