jueves. 25.04.2024

Quería escribir otro artículo

Quería escribir un artículo sobre economía conductual y poner un puñado de ejemplos de por qué no somos buenos tomando decisiones racionales y cómo se puede ayudar a mejorar esas decisiones.

 

Pero desayuno todos los días leyendo The conversation, que tiene como misión compartir el conocimiento y enriquecer el debate (les recomiendo que se apunten a su boletín informativo diario gratuito) y entre los artículos de hoy me he encontrado con uno, escrito por Víctor Resco de Dios, profesor de la Universitat de Lleida, en el que habla sobre 'Las repercusiones climáticas de una guerra nuclear' y me ha hecho cambiar de planes. Comparto con ustedes lo que considero más relevante.

 

No parece que lo racional domine el mundo actual. La situación es de locos. Y perdemos todos. El artículo hace una simulación de los tres escenarios de guerra nuclear y no doy crédito. Las consecuencias de la escalada bélica sobre el clima y sobre la escasez de alimentos son terroríficas.

 

1. Conflicto nuclear regional

Bajo un escenario de guerra nuclear entre India y Pakistán, donde solo se usaría el 1% del arsenal nuclear mundial, se emitirían 5 millones de toneladas de hollín a la estratosfera y se inyectaría una cantidad ingente de aerosoles a las capas altas de la atmósfera. Estos aerosoles se convertirían en una barrera para la radiación solar, que reflejaría en ellos y no llegaría a tierra.

 

Como consecuencia, la temperatura global disminuiría 1,8ºC. Este enfriamiento y  oscurecimiento, afectaría a la producción mundial de maíz y trigo, que disminuiría un 13% globalmente. Pero no afectaría a todo el mundo por igual, sino que la zona más afectada sería la del hemisferio norte, que incluye a Europa, Estados Unidos y China. En estos países, la producción agrícola disminuiría entre un 20 y un 50%. Se desencadenaría, por tanto, una hambruna con impactos a nivel global que duraría unos 15 años. Pasado este tiempo, volveríamos al escenario de cambio climático actual.

 

2. Guerra mundial nuclear

En un conflicto nuclear a gran escala en el que se utilizasen 4.400 bombas de 100 kt (kilotones, equivalentes a miles de toneladas de TNT), se inyectarían a la estratosfera 150 millones de toneladas de aerosoles. Esto disminuiría la radiación solar y la temperatura del mar bajaría 6,4ºC. Estamos hablando de un escenario en el que solo se usara en torno a la mitad del arsenal atómico actual.

 

A nivel global, dos años después de la guerra, la producción de alimentos habría disminuido un 80% y, en el caso de las zona templada del hemisferio norte, ese porcentaje alcanzaría el 99 %. De forma directa, fallecerían 770 millones de personas tras las bombas (muchas de ellas serían vaporizadas) y los supervivientes se enfrentarían a un invierno nuclear. En él, la zona templada del planeta contaría con sólo el 1% de los alimentos que actualmente se producen. 

 

3. Rivalidad regional y nacionalismo exacerbado

El escenario de guerra nuclear es, sin duda, un extremo que debe evitarse a toda costa. La situación actual es otra: el mundo occidental está llevando a cabo el aislamiento económico de Rusia. El resto de potencias mundiales, por el momento, no han reaccionado, pero cabe esperar que disminuya la cooperación internacional y que se produzca un aumento en la rivalidad entre regiones. 

 

Estas rivalidades, sin embargo, no crecen únicamente a las políticas de Putin, sino que muchos líderes regionales o nacionales actuales se encuadran dentro del escenario que los expertos del cambio climático califican de “nacionalismo resurgente”. En él,  las grandes potencias se centran en sus necesidades domésticas de seguridad nacional y en la seguridad alimentaria a corto plazo. Se abandonan los pactos climáticos vigentes, así como las mejoras tecnológicas y en materia de educación.

 

En este mundo dividido, la degradación ambiental pasa a un segundo plano, por lo que el cambio climático se intensifica considerablemente. La temperatura puede llegar a aumentar hasta 4º como media global y, en algunas zonas, hasta 7ºC. Si los acuerdos actuales se mantienen, la temperatura aumentará 2,7ºC y eso ya puede considerarse una catástrofe, así que la situación no es muy halagadora.

 

No pretendo alarmarles, pero estos son los escenarios que se pueden dibujar como posibles a día de hoy. Sólo espero que la racionalidad funcione y pueda escribir pronto el artículo sobre Economía Conductual. ¡Qué sin sentido!

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