Tengo la suerte de impartir formaciones en una prestigiosa universidad privada de Barcelona. Los estudiantes a quién me dirijo, forman un grupo de privilegiados jóvenes con curriculums académicos envidiables y un futuro prometedor por delante.
Mi trabajo consiste en ofrecer recursos según el método Dale Carnegie para mejorar sus relaciones interpersonales y habilidades de comunicación.
El primer día de clase repartí una hoja en blanco a cada uno de ellos y les pedí que escribieran en ella un problema que no confesarían nunca a sus compañeros de clase.
Me fui a casa y los leí.
Me sorprendió que muchos de ellos escribían textos como este o parecidos lo siguiente: "Me cuesta dormir por las noches debido a la presión y el estrés".
Esa afirmación me dio que pensar. Que jóvenes de apenas 20 años se sientan estresados y no puedan conciliar el sueño me preocupa. Me preocupa mucho.
Tendemos a confundir que la facilidad e inmediatez del acceso a la información, del acceso a estudios y la generosidad de los recursos de que disponen les facilita la vida, pero quizás no sea así.
Aquí les dejo mi reflexión generacional. Ahora si me permiten, les dejo. Voy a preparar mi próxima sesión para ver cómo podemos contribuir a que mis alumnos puedan manejar el estrés y darles algunas pistas de cómo gestionar las preocupaciones.