lunes. 29.04.2024

Riders: ¿innovación o picaresca?

Suena el timbre de la puerta. Nos acercamos a la puerta para revisar quién es. Se trata del repartidor que nos trae la comida que hemos solicitado por nuestra aplicación digital. Cansado, sudando, pero con una sonrisa de oreja a oreja. Como el profesional que acaba de realizar correctamente su trabajo, nos da nuestro pedido y se marcha con la esperanza de que valoremos altamente su servicio.

 

De nuestra reseña dependen sus futuros trabajos. Estos son los nuevos tiempos que corren para los repartidores de servicio a domicilio, ahora denominados como ‘riders’.

 

Desde la aparición de la tecnología, la digitalización y la globalización vivimos tiempos convulsos. La humanidad intenta abrirse hueco y acomodarse entre un mundo que no deja de cambiar. Podríamos entrar en el debate de si la tecnología va un paso por delante o si al contrario somos nosotros quien la controlamos. Pero no es el propósito de esta columna.

 

Sí que podemos analizar si la tecnología ha beneficiado a que empresas encuentren huecos legales por los que introducirse y beneficiarse económicamente o si por el contrario simplemente están innovando.

 

La realidad es que cada día nacen nuevos problemas en este mundo y a nuestra sociedad cada vez le cuesta más solventarlos con la misma rapidez con los que se crean. Parece que no estamos preparados para enfrentarnos a situaciones que en ningún momento nos habríamos planteado.

 

Cómo íbamos a pensar, hace 40, 30 o 20 años, que los típicos repartidores de los restaurantes (una figura que estaba defendida y cubierta por todo nuestro sistema) iban a ser remplazados por un nuevo estamento laboral más moderno y de denominación internacional, los ‘riders’.

 

Un profesional autónomo que realiza repartos para diferentes restaurantes o comercios y vinculado a una empresa tecnológica que la única labor que realiza es la de ser el intermediario entre el profesional y dichos comercios o restaurantes.

 

Esta idea, que, a primera vista parece disruptiva y revolucionaria, ha supuesto uno de los mayores conflictos laborales de los últimos tiempos. Ahí están los más de 18 procesos abiertos en España. Un problema que nace de la siguiente pregunta. ¿Se trata de una empresa que contrata falsos autónomos o simplemente de una relación entre comercio/restaurante, empresa intermediaria y autónomo?

 

La visión está dividida, y en esta columna no pretendemos realizar el trabajo de un juez. Pero si me preguntan, como empresario, opinaré que estos ‘riders’ son falsos autónomos.

 

Podemos pensar que estas empresas tecnológicas desempeñan la labor de intermediación, pero analizando en profundidad y si has utilizado alguna vez estas aplicaciones te das cuenta, estos ‘riders’ no son autónomos que tienen el poder de decisión, son trabajadores indefinidos que se esconden bajo la figura del autónomo. Lo que conocemos como falso autónomo. Estamos ante un vacío legal del cual se aprovechan estas empresas para lucrarse.

 

La picaresca es algo que ha acompañado a la humanidad toda su vida y este caso no es una excepción. Una cosa es innovar y otra muy distinta es encontrar subterfugios para aprovecharse y lucrarse.

 

Los denominados ‘riders’ no dejan de ser repartidores. Trabajadores que donde antes estaban asegurados, ahora están indefensos. Inspección de Trabajo lo ha detectado y ha determinado la multa. Pero ahora debemos crear el marco legal adecuado para que no se produzcan más este tipo de problemas.

 

La evolución tecnológica debe proporcionarnos avances y mejoría, no precariedad laboral, no fue creada para tal cometido. Debemos aprender a diferenciar como empresarios, entre lo que es innovación y lo que es picaresca. El futuro de las empresas depende de la felicidad de nuestros trabajadores y de su seguridad. No debemos olvidarlo.

Riders: ¿innovación o picaresca?